Después de una búsqueda exhaustiva de un vehículo que estuviera dentro de mi presupuesto y al mismo tiempo contara con esas características, adquirí a “La Charrúa”.
Un furgón marca Renault Trafic del año 1996, con motor 1.4 cc. Cuando la compré tenía más de 200.000 kilómetros recorridos, pero sabía que con amor podría dejarla preparada para la travesía.
Lo primero que hice, fue enviarla a un mecánico para hacerle todos los ajustes necesarios: motor, frenos, distribuidor, carburador, etc. A su vez compre un kit lo más completo posible de los repuestos que frecuentemente podría llegar a necesitar en el camino.
En cuanto a la parte habitacional del vehículo, tomé medidas e hice un croquis
distribuyendo en el espacio con el que contaba, las cosas esenciales para mi.
El primer paso fue aislar las paredes para disminuir las temperaturas extremas. Coloqué un piso de vinil lavable y con madera liviana y placas de compensado de 1 cm construí los muebles. Cama de 2 plazas, placard para ropa, baño con ducha y agua caliente, y una alacena para guardar comestibles e instrumentos de cocina.
La Charrúa fue mi compañera de viajes durante el recorrido Uruguay- Ushuaia- Alaska.
Después de esa travesía, y dada la dificultad que encontré en los distintos países para adquirir las piezas que se iban desgastando, tomé la difícil decisión de venderla.