Uno de las primeras cosas que tuve en cuenta al momento de organizar mi viaje fue la elección del vehículo.Si bien existen tantas maneras de viajar como viajeros, en mi caso quería hacerlo en una camioneta.
Teniendo en cuenta que iba a dar prácticamente un paso al vacío, ya que mis ahorros claramente no eran suficientes para un viaje de las características que soñaba, debía contar con un espacio que me diera la tranquilidad de tener un techo asegurado, un lugar donde cocinar y un baño.
Con esas cosas, sabía que independientemente de quedarme o no sin dinero, iba a tener un “hogar” donde vivir hasta poder generar nuevamente ingresos.
Por lo tanto, el vehículo que escogiera se transformaría en mis pies, mi refugio y mi compañero de aventuras.
Después de una búsqueda exhaustiva de un vehículo que estuviera dentro de mi presupuesto y al mismo tiempo contara con esas características, adquirí a “La Charrúa”.
Un furgón marca Renault Trafic del año 1996, con motor 1.4 cc. Cuando la compré tenía más de 200.000 kilómetros recorridos, pero sabía que con amor podría dejarla preparada para la travesía.
Lo primero que hice, fue enviarla a un mecánico para hacerle todos los ajustes necesarios: motor, frenos, distribuidor, carburador, etc. A su vez compre un kit lo más completo posible de los repuestos que frecuentemente podría llegar a necesitar en el camino.
En cuanto a la parte habitacional del vehículo, tomé medidas e hice un croquis distribuyendo en el espacio con el que contaba, las cosas esenciales para mi.
El primer paso fue aislar las paredes para disminuir las temperaturas extremas. Coloqué un piso de vinil lavable y con madera liviana y placas de compensado de 1 cm construí los muebles. Cama de 2 plazas, placard para ropa, baño con ducha y agua caliente, y una alacena para guardar comestibles e instrumentos de cocina.
La Charrúa fue mi compañera de viajes durante el recorrido Uruguay- Ushuaia- Alaska.
Después de esa travesía, y dada la dificultad que encontré en los distintos países para adquirir las piezas que se iban desgastando, tomé la difícil decisión de venderla.
Parte del recorrido por el continente, lo realicé acompañada de Estefanía.
Al regreso de Alaska, y dado que la Charrúa tenía grandes problemas mecánicos, nos dispusimos a acondicionar a Nahuatl.
Una combi mexicana del año 84, motor 1600, propiedad de Estefanía. Cuando comenzamos a trabajar en ella, se encontraba prácticamente abandonada en un descampado y en muy malas condiciones. Le hicimos toda la mecánica pertinente, y la adecuamos para poder vivir en su interior.
Del mismo modo que a la Charrúa, tomamos medidas, aislamos, colocamos pisos y construimos los muebles básicos: Sofá-cama, cocina, y varios armarios para guardar cosas.
Después de unos meses de viajar en ella, y dado que no era tan cómoda para vivir, decidimos venderla.
Con toda la experiencia adquirida durante años de viaje, y con la idea de contar con un espacio más cómodo para habitar, adquirí a Libertad.
Libertad era una camioneta Ford 250 turbo diesel superduty, del año 2007, que compré en Estados Unidos. En la caja de la camioneta, llevaba a su vez un camper que me daba la posibilidad de dejarlo parado en algún sitio y utilizar sólo la camioneta para moverme en la ciudad.
El camper era marca LANCE, y contaba en su interior con cama King size, cocina, horno microondas, heladera con freezer, televisión, sala de estar que a su vez se transformaba en otra cama de 2 plazas, y baño completo. Como extra traía, Aire acondicionado, generador a gas LP, y panel solar.
Era un vehículo cómodo para vivir, pero las reparaciones de la camioneta eran muy costosas y no tan fáciles de realizar.
Por ese motivo decidí venderla.
Es mi actual casa rodante, también comprada en Estados Unidos. Una TOYOTA ODISSEY del año 1986, MOTOR 22RE, y manual.
Dada la experiencia con Libertad, buscaba un vehículo que me brindara comodidades similares, pero que mecánicamente fuera más sencilla. De modo que pudiera encontrar sus repuestos fácilmente, al mismo tiempo que me diera la posibilidad de repararla yo misma.
Es un motorhome de fábrica, y a pesar de sus años, mecánicamente estaba en muy buenas condiciones.
En cuanto al interior de la casa, debí hacerle varios arreglos, pero quedó un espacio muy confortable para vivir.
Cuenta con cama 2 plazas, sillón cama de 2 plazas, cocina con horno, refrigerador, baño con ducha, inodoro portátil, y sala de estar.
A su vez yo le agregué un panel solar de 150 Watts y una batería extra de ciclo profundo para tener completa autonomía.
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